En esta solemnidad litúrgica, la Iglesia engloba a todos los santos. Si durante el resto del año litúrgico se nos ofrecen las memorias de distintos y conocidos santos, en la fiesta del 1 de noviembre son protagonistas, sobre todo, los santos anónimos, los santos desconocidos. La fiesta de Todos los Santos ha de colmarnos de una gran esperanza. Entre los santos del cielo hay algunos a quienes hemos conocido. Todos han vivido en la tierra una vida semejante a la nuestra. Bautizados, marcados con el sello de la fe, fieles a las enseñanzas de Cristo y siguiendo su ejemplo, nos han precedido en la patria celestial y nos invitan a reunirnos con ellos.
Señor, Dios mío, ayúdame a ser santo.
Santo para no ofenderte,
santo para servir a los demás.
Señor, en el día de hoy,
que recordamos y celebramos la memoria de todos los Santos,
ayúdame a acercarme más a Ti.
A ellos les ruego que pidan al Espíritu,
me conceda los dones necesarios para ser mejor.
No porque yo merezca algo,
sino para que mi alabanza llegue a Ti más plena.
Señor, perdóname,
por mis faltas y pecados,
por todo lo que podía haber hecho y no hice,
por todo lo que he desaprovechado.
Dame tu Bendición para que el resto de mi vida
te sea Fiel y Caritativo,
luz tuya y servidor de todos,
según Tú me pidas en cada momento.
Gracias Señor por Tu Misericordia conmigo.
Amén
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