Las calles
empedradas de Baeza -donde parece que el tiempo se detiene-
hablan, a quienes quieren escuchar, de predicaciones en iglesias y plazas; de
pláticas a monjas; de visitas y atención a enfermos; de fiestas del Santísimo
Sacramento muy celebradas; de escuelas y niños que cantan, entusiasmados, el
catecismo; de familias que se reconcilian a instancias del Venerable Padre Juan
de Ávila; de procesiones muy sentidas y cofradías bien organizadas; de
estudiantes y destacados discípulos del Santo Maestro…
Porque Baeza
es verdadero relicario de san Juan de Ávila, con motivo de la próxima
proclamación como Doctor de la Iglesia universal, se ha preparado una ruta
avilista que ayudará a conocer y profundizar en su vida y obra a toda persona
que desee encontrarse con el Maestro Ávila. Una ruta que se ofrece a quienes
estén dispuestos a acercarse como peregrinos, nos dice el sacerdote D. Manuel Galiano, hermano de nuestra cofradía. El recorrido es rico y variado:
Desde la Cuesta
de san Benito, viniendo desde Granada, hasta el convento de las Clarisas de san
Antonio, donde había profesado Sor Isabel de la Cruz, hermana del arzobispo de
Granda, don Gaspar de Ávalos.
De la
Parroquia de san Andrés donde el santo predicó y un testigo afirma “le seguía
todo el pueblo, por su mucha virtud y buena y santa doctrina del cual se seguía
mucho provecho”, hasta la sede de nuestra Hermand, Capilla de la Universidad y concluyendo en la Santa Iglesia Catedral.
Desde el
convento del “Santo Espíritu”, muy cerca de mercado, en cuyo claustro erigiera
la escuela, hasta el lugar conocido por “casa nuevas” entrando por las
Atarazanas, donde uniendo algunas casas que consiguió, erigieron el Colegio de
la Santísima Trinidad y que pronto se convirtió en la tan anhelada
Universidad.
Desde la
Parroquia de san Pablo donde predicó solemnísimas fiestas al Santísimo
Sacramento, al Santuario del Cristo de la Yedra, distante casi una legua donde,
para relajación, solía desplazarse para rezar contemplando la imagen del Señor
Crucificado que tanta devoción le inspiraba.
Del arco de
“Villalar” mandado construir por Carlos I, al palacio de Jabalquinto. Del Real
Hospital de san Antón, al de la Purísima Concepción. Del colegio de los
“Descalzos” que regentara san Juan de la Cruz, al de los “Trinitarios” donde
estuviera su primo san Juan Bautista de la Concepción. De la plazuela de
Valdivia hasta la de san Andrés, calles que hablan de discípulos eminentes en
sabiduría, virtud y santidad.
Y concluye
Galiano: “¿Quién, recorriendo estas calles, no adivina las dotes del Venerable
Maestro y de cómo hizo partícipes a sus discípulos –porque nada se guardó para
sí- para que perdurase su obra providencial? ¿Quién no se pregunta: puedo yo ser
HOY, AHORA, discípulo suyo, qué tengo que hacer? ¡Ponte en camino!”.
Fuente:http://sanjuandeavila.conferenciaepiscopal.es/
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