miércoles, 22 de febrero de 2012

CHARLAS CUARESMALES

Foto:sanpablobaeza.blogspot.com

La Charla Cuaresmal de este año 2012 organizada por la Agrupación Arciprestal de Cofradías ha estado a cargo del consiliario de dicha institución y capellán de nuestra Hermandad, D. Mariano Cabeza Peralta. Que no necesitó presentación, pues es por todos conocido. No fue una charla al uso, ya que estaba dedicada al debate entre los cofrades y entre los fieles cristinos en general. Constó de dos partes bien diferenciadas; en la primera los asistentes pudimos leer un texto bastante crítico con el modo de representar la vivencia en la calle, y con todo el barroquismo que conlleva, es el siguiente:

“Veréis dioses de oro, plata y madera transportados procesionalmente a hombros, unos dioses que infunde temor religioso a los paganos. Tened cuidado. No imitéis a esos extranjeros ni os dejéis dominar por ese temor. Cuando veáis a la multitud y adornado a esos dioses, decid en vuestro interior: Solo tu Señor, mereces ser adorado.

Un escultor se ha encargado de modelar la lengua de esos dioses y de recubrirlos de oro y plata, que son pura apariencia, incapaces de hablar. Los escultores usan oro para confeccionar coronas, adornar con ellas las cabezas de sus dioses, como si fuesen muchachas presumidas.

Estos dioses de plata y oro y madera son también vestidos con trajes como si se tratase de personas, pero eso no impide que los desgasten la herrumbre y la polilla. Aunque lleven vestidos de púrpura sus adoradores tienen que limpiarles la cara, pues el polvo de los templos se les va acumulando poco a poco.

Algunos empuñan una vara de mando, como si fuesen alcaldes. Otros empuñan una daga y un hacha pero son incapaces de defenderse de los atarantas o los ladrones. Todo esto pone de manifiesto que no son dioses. Así que los tengáis miedo.

Los dioses que entronizan en los templos son como la vajilla doméstica de barro, que cuando se rompe, ya no sirve para nada.

Los sacerdotes aseguran los templos con portones, barras y cerrojos, para evitar los saqueos de los ladrones. No están a salvo de los ladrones o bandidos. Como estos son más fuertes les arrancan el oro y la plata que los recubren, les quitan los vestidos y los dioses son incapaces de ayudarse a sí mismos.

Les encienden más candiles que los que los sacerdotes mismos usan, a pesar de que los dioses no pueden ver ni uno solo.

El oro que los recubre y embellece no puede brillar si no es bruñido.

Pagaron por ellos un precio elevado, aunque no tienen vida. Como no tienen pies deben ser transportados a hombres, demostrando así a la gente que no valen nada. Incluso sus adoradores se sientes avergonzados, pues, si se caen al suelo, tienen que levantarlos, si los dejan de pie, son incapaces de moverse, si los dejan inclinados, no pueden enderezarse. ¿Cómo pueden ser llamados dioses esas representaciones de oro, plata y madera?

Han sido fabricados por escultores y orfebres, y solo son lo que estos creadores quieren que sean. Si sus propios fabricantes tienen una vida corta, ¿cómo es posible que sean dioses los objetos que ellos han fabricado?

Esos dioses recubiertos de oro y plata son como un espantapájaros de melonar que no espanta nada. Esos dioses son como espinos de un huerto, donde se puede posar cualquier pájaro, o como un cadáver abandonado a las tinieblas del sepulcro.

En resumidas cuentas, vale más una persona fiel a Dios que no tiene ídolos pues nunca caerá en tal ridículo.”


Así pues, se hizo un interesante debate entre los asistentes, mostrando cada cual su parecer en contra, a favor, y señalando los elementos positivos y negativos de nuestra fiesta. Tras el breve debate, indicó que el texto corresponde al capítulo 6 del libro de Baruc, también conocido como Carta de Jeremías. Se trata de una extrapolación a nuestro mundo actual, de lo que se vivía hace muchos siglos en Babilonia.

Posteriormente, en la segunda parte de la charla, el consiliario nos mostró la impresionante obra de un pintor polaco, Jerzy Duda, tristemente ya fallecido tras una larga enfermedad. Señaló que fue precisamente la enfermedad la que le acercó a la figura de Cristo y le hizo cambiar su manera de ver la vida.

Se nos mostró un Vía Crucis actualizado al siglo XX en Polonia, totalmente extrapolable a nuestro país, en muchos de sus sentidos. En sus lienzos, se nos muestra a Cristo, entre mujeres, viudas, obreros, parados, niños huérfanos, hombres en campos de concentración, no falta ni se oculta las tristeza, la soledad, las violaciones, el desamparo, el hambre, la indiferencia, etc.

Una importante nota, es que el autor nos muestra a rostros conocidos, la representación de la Virgen Negra, Juan Pablo II, la madre Teresa de Calcuta, San Estanislao de Kotska, al capuchino Maximiliano mártir, y a tantos otros, que dieron su trabajo y su vida por acercarse a Jesús.

Y todo es dolor, incomprensión, sufrimiento, hasta que por fin llega el último lienzo en el que se nos muestra a Cristo vestido de blanco, sobre el cielo, en el que se convierte en cabeza de la Iglesia y su cuerpo está conformado por todos los miembros de la cristiandad.

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